Había una vez una niña que gustaba de planificarlo todo debido a que veía como sus padres se pasaban el día intentando que cada cosa y tiempo calzaran perfectamente. Había un horario para todo incluso para jugar y comer la merienda. Los minutos y horas estaban contabilizados con cronometro. También las muestras de cariño tenían que durar sesenta segundos pues no había tiempo que desperdiciar en esas cosas. La niña así fue creciendo y aprendiendo que el tiempo es oro mientras que los planes estaban hechos de plata. Por lo que provechando su habilidad para que todo estuviera en su lugar, abrió su propio negocio de planificación de bodas.
La planificadora
yohanapizarro1502
Comments